lunes, 11 de octubre de 2010

Inflando burbujas

Por estos días he visto las “buenas noticias” de los espectaculares rendimientos que están ganando los inversionistas que tienen acciones en la Bolsa de Valores de Colombia. Que la bolsa se ha valorizado en promedio un 30% en lo corrido del año, que Davivienda en su primera semana se valorizó 40% o que Ecopetrol ya casi ha triplicado su precio desde su debut en esta plaza, son algunos de los argumentos que escucho casi a diario para invitar a mas personas a esta fiesta. Si usted es de los que se ha visto tentado a invertir basado en estos argumentos, le aconsejo que tenga en cuenta el siguiente análisis para que el sueño no se le vuelva una pesadilla.
Veamos las cosas desde el punto de vista de las utilidades y el patrimonio de las empresas con relación al precio de la acción. Tomemos como ejemplo una de las acciones estrella de la bolsa: Bancolombia. Es la primera entidad financiera del país y su subsidiaria en El Salvador también es la primera allá. Presenta unos sólidos estados financieros con ingresos y utilidades estables en los últimos años con una alta rentabilidad de su patrimonio, acorde a lo que se espera de una entidad del sector financiero. Posee una adecuada liquidez y, a pesar del leve aumento en su indicador de cartera vencida en el último año, esta sigue estando en niveles muy aceptables. Sus provisiones de cartera superan ampliamente los mínimos exigidos por la legislación vigente, lo que da la tranquilidad en cuanto a que su utilidad neta es sostenible en el tiempo. Si a estas consideraciones específicas sobre la empresa sumamos un ambiente macroeconómico de bajas tasas de interés, baja inflación, política monetaria expansiva, perspectivas positivas de crecimiento económico, expectativa de un mejor manejo fiscal por parte del gobierno central y la posibilidad de recuperar el grado de inversión para nuestro país en el corto-mediano plazo, nadie puede dudar de que Bancolombia es una entidad sólida con buena probabilidad de seguir generando valor para sus accionistas en el futuro.
Cuando uno decide invertir en acciones, tiene que buscar empresas tipo Bancolombia, pero una vez que llegamos a la conclusión de que sí es lo que estamos buscando como en este caso, no podemos ir a comprar inmediatamente porque aun falta la segunda parte del análisis: el precio. Esta es la parte que la mayoría olvida. Cómo voy a comprar una participación en una empresa por muy formidable que sea sin siquiera saber cuanto estoy pagando por ella? Entonces continuemos.
La utilidad neta del año 2009 de Bancolombia fue de 1.26 billones (sí, millones de millones) de pesos. Al dividir esta cifra entre el número de acciones en circulación, tenemos que la utilidad fue de $1.327 por acción. Si consideramos el precio al que cerró la acción el pasado viernes 08 de octubre que fue de $29.200 y hacemos una relación entre este y la utilidad, vemos que con el nivel actual se necesitarían 22 años para recuperar nuestra inversión vía utilidades. Esa utilidad de 1.26 billones de pesos del último año solo representa el 4,55% del valor que estamos pagando por la empresa. Si además consideramos que de esa utilidad menos de la mitad se reparte como dividendo a los accionistas, en este caso $636,8 por acción, la recuperación de la inversión vía dividendos tomaría mucho mas tiempo. Claro que muchos ya se habrán dado cuenta que las utilidades no se van a quedar en ese nivel y que año tras año van a crecer, pero aun así arrancar con un nivel tan bajo porcentualmente sobre el precio pagado continua sin ser atractivo.
Por otro lado está el patrimonio del banco, que no es mas que el capital que poseen los accionistas. Siguiendo la misma metodología, el patrimonio de Bancolombia equivale a $8.861 por cada acción. O sea que con el precio actual de $29.200 por acción, estamos pagando 3.3 veces el patrimonio de la empresa, una prima demasiado alta que solo se podría justificar con un volumen extraordinario de utilidades y ya vimos que este no es el caso.
Alguien pensará que pagar altos precios por acciones de entidades como Bancolombia es el costo de la tranquilidad de invertir en una empresa que brinda una extraordinaria solidez a largo plazo. Sin embargo, si revisamos el precio histórico que ha tenido esta acción vemos que apenas el año pasado esta llegó a negociarse a $11.020, 60% por debajo del precio actual, a pesar de que en ese momento las utilidades eran incluso levemente superiores a las actuales. Entonces no hay razón para pensar que no se pueden comprar acciones de excelentes empresas como Bancolombia a precios atractivos. Solo es cuestión de buscar o esperar.
Cuando una persona compra acciones pensando como socio del negocio que busca utilidades y dividendos y no como un simple especulador que espera una valorización inmediata, puede dormir mas tranquilo incluso si el precio baja porque sabe que ha comprado bien y que es socio de un buen negocio. Es mas, si tiene la disponibilidad de efectivo, cuando el precio baje estará feliz de comprar mas acciones a mejores precios. Muy por el contrario, el especulador que ha comprado apostándole exclusivamente a la valorización sentirá una frustración inmensa cuando el precio baje y si este sigue bajando no sabrá qué hacer y en muchos casos venderá con una pérdida importante.
En estos momentos de altos precios es cuando el inversionista conservador y prudente muestra mas cautela, mientras que los especuladores entran como borregos haciendo lo que hacen los demás, tratando de montarse en el rally alcista, impulsados por la codicia, aun con la incertidumbre de que sea demasiado tarde para comprar.
Al escribir esto no pretendo desalentar la inversión en el mercado bursátil. Muy por el contrario, creo que el mercado público de valores es el mejor mecanismo jamás inventado para que las personas del común puedan disfrutar de las mieles del capitalismo al brindarles la oportunidad de ser partícipes de las utilidades de las empresas. Pero para que estas inversiones no terminen en frustraciones, hay que saberlas escoger aplicando el sentido común y dejar de buscar la riqueza rápida y fácil. Así que antes de invertir hay que tener en cuenta que en estos momentos la gran mayoría de las acciones colombianas se cotizan a precios demasiado altos que pueden representar un verdadero riesgo de pérdida de capital para el inversionista cauteloso y conservador. La recomendación es esperar a que haya una corrección importante del mercado hacia la baja pues después de un rally alcista como el actual siempre viene la caída. Si definitivamente necesita invertir en este momento y no puede esperar mas, recomiendo analizar acciones de mediana y baja bursatilidad que se puedan encontrar a mejores precios y olvidarse por el momento de las mas tradicionales.
A partir del próximo mes de noviembre inicia la integración de las bolsas de Perú, Chile y Colombia, poniendo al alcance de cualquier persona alrededor de 500 empresas para invertir, incrementando significativamente el abanico de posibilidades de los Colombianos que hasta este momento solo teníamos 87 en nuestro pequeño mercado, de las cuales solo 31 son de alta bursatilidad. En conclusión, vienen muchas oportunidades de inversión en la bolsa, pero hay que saber escoger con sentido común y criterios sensatos para garantizar una alta probabilidad de éxito y no terminar siendo los borregos que inflan la burbuja especulativa que tarde o temprano revienta llevándose a todo el mundo por delante.

sábado, 7 de agosto de 2010

Las donaciones multimillonarias

No acostumbro a escribir tan seguido en este espacio. Apenas el domingo pasado escribí y hoy sábado lo hago nuevamente pero es que no salgo de mi asombro y realmente estoy alarmado por la noticia de que ya son mas de 30 los multimillonarios norteamericanos que se sumaron a una organización llamada The Giving Pledge que pretende que sus integrantes donen como mínimo el 50% de sus fortunas a la caridad, sea en vida o dejándolo establecido en sus testamentos. Los líderes de esta iniciativa son precisamente los dos estadounidenses mas acaudalados, Bill Gates y Warren Buffet, quienes desde hace algún tiempo decidieron donar el 99% de sus respectivas fortunas a estas causas. Ahora se unen otros nombres con abultadas billeteras como Ted Turner, David Rockefeller, Michael Bloomberg, Larry Ellison, George Lucas y Paul Allen, entre muchos otros.
Pero cual es el motivo de mi alarma? Sé que al escribir esto muchos no estarán de acuerdo conmigo y me tildarán de avaro, miserable, materialista, egoísta o de quien sabe qué adjetivos más. No importa. Como siempre, solo pretendo dar a conocer mi opinión sobre algo y en este caso opino que DONAR UNA FORTUNA A LA CARIDAD NO ES LO MAS BENÉFICO PARA LA SOCIEDAD EN GENERAL.
Antes de explicar el razonamiento que me lleva a semejante afirmación quiero aclarar que no soy economista. Sin embargo, creo entender hasta cierto grado el funcionamiento del sistema capitalista en el que vivimos como para formarme una opinión bien fundamentada.
Hay un dicho muy sabio que dice que si encuentras a un hombre hambriento en el mar no le des pescado, mejor enséñalo a pescar. Al regalarle el pescado al hambriento, este satisface en forma inmediata su necesidad pero nunca dejará de depender de la mano que se lo proporciona. En cambio, si el hambriento aprende a pescar dejará de depender de la mano caritativa que lo sostenía y con su propio esfuerzo logrará alimentarse. A su vez, este dejará de representar un costo para la sociedad que lo mantenía y ahora estará contribuyendo con su propio trabajo y producción a aumentar el PIB (Producto Interno Bruto) de su nación.
El progreso o riqueza de una sociedad no se mide por la cantidad de billetes que hay en circulación sino por la cantidad de bienes y servicios que dicha sociedad es capaz de producir. La cantidad de producción generada depende de la cantidad de capital que está invertido en las distintas unidades productivas (grandes, medianas, pequeñas y microempresas) que se encuentran en todo el territorio nacional. El afán particular de cada propietario de negocio por acumular mas capital y maximizar sus ganancias lo lleva a una vida frugal lejos del derroche, a controlar sus costos al máximo y a reinvertir buena parte de sus utilidades para aumentar sus fondos y de esta forma también su producción. Aunque el objetivo no es otro que su propio bienestar y el afán por ser cada día mas acaudalado, el dueño de negocio, sin proponérselo, también genera un bienestar a la sociedad en la medida en que su negocio crece, pues este se ve obligado a contratar cada año mas empleados, a comprar cada vez mas materias primas o mercancía de otros negocios, a pagar cada vez mas impuestos y de todas estas formas contribuir con el progreso general de su país aunque repito, no es su objetivo.
Es natural que cuando un individuo por sus habilidades y circunstancias propias tiene un éxito desproporcionado con relación a sus semejantes, este destine una parte de sus cuantiosas ganancias a la filantropía. Devolver a la sociedad más dinero del que está obligado vía impuestos y salarios de empleados, es una actitud sana, admirable, respetable y deseable. Es una forma de obtener paz espiritual en un mundo de grandes desigualdades. Eso no tiene discusión alguna. Con lo que no estoy de acuerdo es con disolver una fortuna para gastarla total o parcialmente aunque sea en causas nobles. Por qué? Es muy sencillo. Las fortunas de los magnates están representadas en empresas que generan los beneficios sociales que ya describí. Al desinvertir ese gran capital y volverlo billetes para gastar es como si se extrajeran esos recursos de toda la sociedad que estaban destinados a producir bienes, servicios, empleos permanentes indefinidamente e impuestos, para desaparecerlos en muy corto tiempo. Es darle pescado al hambriento en vez de emplearlo como pescador.
Entonces qué opciones tienen los que desean devolver todo o buena parte de lo que han recibido? Pues la primera opción que deberían considerar estas personas es la de donar el 100% de las utilidades que reciben vía dividendos por sus negocios, no el capital. En caso de querer desprenderse del capital y dejar de ser magnates pueden donar sus acciones y participaciones a fundaciones dedicadas a la caridad con la restricción de que solo gasten lo que reciben por utilidades y nunca puedan vender acciones para gastarse el capital porque eso es lo perjudicial. De esa forma lo único que hay es un cambio de propietario (ahora el dueño es la fundación caritativa sin ánimo de lucro) y no una desinversión total o parcial del capital. Con las utilidades de esos capitales colosales se puede dar comida a millones de personas en países subdesarrollados y mantener esa fuente de recursos por siglos. De esa forma todos quedan contentos: por un lado el millonario logrará su propósito de donación para satisfacer su espíritu y de paso dejar su nombre escrito con letras de oro en la historia gracias a su benevolencia y por otro lado las fundaciones de caridad obtendrán cuantiosos recursos para sus nobles propósitos. Pero si se venden las acciones de los negocios, ese capital solo durará unos pocos años en ser gastado y en últimas se volverá a la situación anterior.
Por último quiero decir que hay personas que son verdaderamente egoístas, avaros y creo yo que hasta desequilibrados mentales que se les da por dejar sus fortunas a sus mascotas. Sin embargo, si nos despojamos del sentimiento de desprecio y rechazo que un acto de estos genera en todos nosotros (yo me incluyo) y analizamos detenidamente la situación, siendo consecuentes con la idea de que es mas perjudicial para la sociedad gastar el capital, es preferible tener a algunos gatos, perros o loros millonarios cuyas fortunas siempre estarán administradas por una Fiduciaria que desinvertir el capital que estaba en empresas generadoras de empleo y progreso para gastarlo totalmente aunque sea en causas encomiables.
Por favor, busco a un economista que me diga que me equivoco con mis apreciaciones para poder estar tranquilo con lo que están haciendo los multimillonarios.

domingo, 1 de agosto de 2010

El value investing o inversión en valor

Tengo que confesarlo. En el año 2006 cuando era corredor de bolsa para una firma comisionista en Bogotá fui de los damnificados de la estrepitosa caída del mes de junio de ese año. A partir de ese mes no solo desaparecieron mis ingresos por comisiones, las cuales solo un mes atrás representaban el 75% de todo mi ingreso laboral, sino que al igual que mis clientes, perdí buena parte de los ahorros de varios años de trabajo y sacrificios personales. A partir de ese momento inicié la búsqueda de otro trabajo pues se me hacía extremadamente difícil atraer a nuevos inversionistas a la bolsa de valores en un momento tan complicado.

Desde el año 1999 cuando se fusionaron las tres bolsas de valores colombianas en una sola, todo había sido fiesta. En un mercado al alza todos ganan. Todos se sienten expertos inversionistas y desafortunadamente se crean burbujas especulativas porque todos confiaban en que lo único que había que hacer era comprar cualquier acción de una buena empresa y esperar a que el precio subiera como espuma. Si el precio caía, no había problema porque tarde o temprano volvía a subir. Los corredores mostrábamos orgullosos las altas valorizaciones de los últimos años a nuestros prospectos de clientes convencidos de que siempre iba a ser así. Era muy parecido a lo que estamos viendo este año con las acciones colombianas, las cuales están en estos momentos en niveles récords en la historia de nuestro pequeño mercado. Por supuesto que en ese escenario no estábamos preparados para un desplome de más del 40% en menos de 20 días.

Algún tiempo después, al ver que Warren Buffet, actualmente el mejor y mas grande inversionista del mundo, permanentemente cita a su maestro Benjamin Graham y considera su libro, El inversor inteligente, como “el mejor libro sobre inversión jamás escrito”, me interesé por dicho libro. Además, Buffet siempre ha dicho que él no tiene ningún secreto pues este está a la vista de todo el mundo en ese libro. De hecho todos los compañeros de Buffet que trabajaron en la década del 50 en la firma de Graham han tenido rendimientos consistentes a lo largo de todos estos años y sobra decir que han hecho también sus propias fortunas. Cuando inicié su lectura no pude evitar una gran sensación de euforia por todo lo que este me revelaba. En consecuencia, solo me tomó una semana de mis vacaciones leer las 617 páginas de la séptima edición en español de esa obra maestra.

En el artículo anterior quedé comprometido a explicar el concepto de la inversión en valor y lo voy a hacer con un ejemplo sencillo para que sea entendible por cualquiera que lea estas líneas. Por supuesto que no será un ejemplo detallado pero sí espero que la idea general sea captada por el lector.

Supongamos que muy cerca de mi casa hay una panadería. Los panes son muy buenos y el negocio está siempre abarrotado de clientes. Es un negocio exitoso. Un día el señor Juan, que es el dueño de la panadería, invita a una reunión a todos los vecinos del barrio. El objetivo de la reunión es ofrecer en venta acciones de su panadería por 1.000 pesos cada una. Él informa que el horno, las mesas, el inventario y todos los activos de su negocio valen 100 millones de pesos y que las utilidades generadas por el negocio en el último año fueron de 36 millones de pesos. El dinero recolectado con la emisión de acciones será para montar un nuevo local en el barrio vecino, así que él necesita vender $100 millones en acciones para llevar a cabo su expansión. Por supuesto que como todos los vecinos conocen el negocio y saben que es muy bueno y exitoso acceden a comprar todas las acciones que les vende Juan al valor propuesto. Supongamos que yo, ante la oportunidad de invertir en semejante negocio, compro 10.000 acciones, o sea que invierto $10 millones en el negocio de Juan. Tiempo después veo que muchos socios están vendiendo sus acciones a $8.000, a $6.000 hasta llegar a $3.000, así que si me baso por las ventas que han hecho mis vecinos (el mercado), ahora mi inversión solo vale $3 millones. He perdido el 70% de lo que invertí.

Por qué sucedió esto si el negocio de Juan es tan exitoso y no ha dejado de serlo? Porque nadie supo en cuantas acciones dividió Juan su negocio. Resulta que el negocio de Juan estaba dividido en 1 millón de acciones en total, o sea que al multiplicar el millón de acciones por $1.000 cada una, Juan estaba valorando su negocio en 1.000 millones de pesos cuando sus activos solo eran de la décima parte de esa cifra. Al comprarle 100.000 acciones a Juan, sus vecinos compramos por $100 millones solo el 10% de un negocio que ahora tiene $200 millones en activos. Al dividir los $200 millones que vale el patrimonio de los dos locales actuales entre el millón de acciones del negocio, tenemos como resultado un valor patrimonial de solo $2.000 por cada acción. Por esa razón el precio de la acción se desplomó a solo $3.000, porque las utilidades y el valor del negocio no correspondían a la elevada valoración a la que compramos. En ese valor hay una prima de $1.000 por el negocio y el resto es el valor patrimonial.

En la bolsa de valores la situación no es muy distinta que en la panadería de Juan. Muchas personas compran acciones simplemente porque el negocio es muy bueno y tiene prestigio, reporta buenas utilidades o porque el sector tiene buenas expectativas de crecimiento, sin siquiera darse cuenta del precio que están pagando por esos negocios. Suponen que porque el negocio es bueno, el precio siempre debe subir. Otros inversionistas son mucho más juiciosos y realizan el análisis técnico, que consiste en analizar mediante gráficas las tendencias de los precios de una determinada acción sin tener en cuenta los resultados de la empresa que esta acción representa. Si los precios han venido subiendo, suponen que hay que comprar porque estamos en tendencia alcista o bullísh. Si estos han venido bajando, se supone que hay que vender porque estamos en tendencia bajista o bearish. En realidad estas personas no son inversionistas sino especuladores tratando de adivinar el futuro. Tratan de saber hacia donde se va a mover el mercado, pero desafortunadamente el mercado es totalmente irracional. Los precios en un día cualquiera solo dependen del estado de ánimo de las masas que lo conforman. Precisamente este tipo de análisis de especuladores fue lo que llevó a las valorizaciones astronómicas de las empresas punto com del mercado Nasdaq en los Estados Unidos en la década de los 90’s (muchas de estas empresas llegaron a venderse hasta por 200 veces el valor de su patrimonio y por 300 veces el valor de las utilidades de su último año), inflando una burbuja que reventó en el año 2000 donde muchas de estas acciones perdieron mas del 99% de su valor.

Graham demostró que el mercado es como un péndulo. El centro de ese péndulo es el valor real o intrínseco de la acción (o de la empresa si se quiere). El precio siempre tiende a oscilar entre los altos niveles cuando el optimismo y la codicia se apoderan de las masas y los bajos niveles cuando reina el temor a perder dinero. Por lo tanto, para ser exitoso hay que dejar de especular creyendo que vamos a adivinar el precio futuro. Hay que analizar el negocio subyacente y no la acción como un simple título. Si compramos a buen precio acciones de una empresa después de hacer un análisis concienzudo y racional de su patrimonio, de sus utilidades históricas, de su política de dividendos y de sus directivos, perfectamente nos podemos olvidar del precio que el irracional mercado dicta todos los días porque nuestro objetivo como inversionistas es aprovechar las utilidades que nos da la empresa por medio de sus dividendos y no esperar una valorización inmediata para vender. Nuestra inversión es a largo plazo, mínimo a 10 años. Al tener la seguridad de que compramos a un buen precio no tiene porqué preocuparnos si las acciones bajan o suben. Al comprar de esta manera tampoco importa mucho si la acción no cotiza en bolsa pues no nos interesa vender ni tampoco nos interesa que a cada minuto nos estén dando un nuevo precio. Es mas, si el precio baja deberíamos estar contentos porque podemos comprar mas acciones de ese buen negocio a un mejor precio. A la larga, si compramos a buen precio, el mercado nos dará la razón al valorar la empresa en su precio justo en algún momento.

Por supuesto que de las cosas mas importantes del método de Graham es saber determinar lo que se puede considerar un buen precio de compra. Para eso hay unos parámetros según el tipo de inversionista que uno es, pero no voy a entrar en esos detalles para no ser más extenso. Solo voy a decir que hay que olvidarse de los gráficos y las tendencias. Solo hay que analizar la relación que hay entre el precio y las utilidades, el patrimonio y la solvencia general de la compañía en el momento en el que pensamos hacer la inversión. Si esta relación es buena, compramos. De lo contrario, no compramos, aunque todo el mundo esté comprando. Con este método podemos encontrar verdaderas gangas a la vista de todos.

Después de conocer todos estos conceptos recordé que en lo peor del desplome del 2006 había un gran cliente de la firma en la que yo trabajaba. Este hombre hizo toda su fortuna en la bolsa de valores. Cuando liquidó la totalidad de su portafolio entre los meses de diciembre de 2005 y febrero de 2006 todos pensamos que se iba a retirar pues ya contaba con el equivalente a unos 60 millones de dólares en su haber y mas de 30 años en ese negocio. Todos quedamos incrédulos cuando aquel hombre dijo que le parecía que las acciones estaban muy caras y que se iba a retirar pero solo por algún tiempo mientras los precios se normalizaban. Cuando lo vimos nuevamente en la oficina de la firma comisionista en junio de ese mismo año nadie pensó que cuando todos estábamos en shock y algunos hasta en el hospital, este hombre quería comprar las acciones que todos querían vender. Recuerdo que su corredor me comentó que él decía que compraba en ese momento porque las acciones de las mejores empresas estaban muy baratas y que no le importaba si seguían bajando más. De hecho, si eso llegaba a suceder compraría aun mas acciones. En ese momento yo suponía que él tenía un don especial para predecir lo que iba a pasar en el mercado pues apenas unos pocos meses después los precios ya se habían recuperado bastante. Después comprendí que él no tenía ni idea de lo que iba a pasar con el mercado sino que se trataba de un inversionista que aplicaba los principios de Graham del value investing y eso le garantizaba hacer compras a los mejores precios. Ahora estoy seguro de que si en esa época yo hubiera conocido este enfoque para invertir no solo me hubiera evitado ese dolor de estómago que sentía cada vez que abría el mercado y los precios caían un 10% un minuto después sino que en vez de salir corriendo hubiera hecho mi agosto comprando acciones de las mejores empresas de este país a precio de huevo. Pero la vida es un juego largo que da oportunidad para el desquite y de continuar la euforia compradora de acciones que estoy viendo en la bolsa colombiana, creo que ese desquite será pronto. Amanecerá y veremos.

viernes, 11 de junio de 2010

El sueño de la casa propia


Hace aproximadamente un mes, mientras esperaba ser atendido en una oficina de la Alcaldía Municipal, escuché a unas señoras que conversaban alegremente. Una le contaba orgullosa a la otra que ella todos los años hacía un crédito de consumo y lo invertía en mejorar su casa porque de esa forma se valorizaba la inversión más grande e importante que tenía. En esta última oportunidad el dinero lo invirtió en cambiar totalmente los pisos por una baldosa más lujosa que la anterior.
Por esos días también leí en la prensa que un muchacho desempleado de 23 años que trabajaba como empacador en un almacén de cadena había canado 100 millones de pesos en el programa Quien quiere ser millonario. La primera declaración que hizo fue que con ese dinero se iba a comprar su casa propia.
Después de escuchar la conversación de las señoras y de leer la historia del muchacho empacador, me pregunté: ¿Si la casa no estaba en venta, por qué la señora cree que su vida va a mejorar si cambia el piso? Yo la veo mas endeudada y con el mismo ingreso. ¿Si el empacador se gasta sus 100 millones de pesos en una casa, como va a llevar la comida a la mesa si está desempleado? ¿no sería mas inteligente poner a producir ese capital y seguir pagando arriendo? La única alternativa del empacador es comprar la casa cerca a una zona universitaria y llenarla de pensionados.
Dado que muchas personas no se dan cuenta de verdades tan obvias decidí escribir sobre este tema de la casa propia. En las siguientes líneas trataré de explicar porqué comprar nuestra propia casa no puede ser visto como una inversión sino como lo que realmente es para la mayoría de los mortales pobres y de clase media: el gasto más grande de sus vidas.
Para iniciar, repasemos un poco la historia económica. El profesor de Harvard, Nial Ferguson, en su libro El triunfo del dinero nos explica que lo que actualmente se llama la democracia de propietarios tiene su origen en los Estados Unidos. Hasta finales de la década de 1920, poco más de las dos quintas partes de las familias estadounidenses eran propietarias de la casa en la que vivían. Cuando llegó la crisis económica de los años 30, el precio de la vivienda cayó más de un 20% y la industria de la construcción se desplomó, lo cual profundizó aun más la crisis por el número de personas que dicha industria empleaba y que ahora quedaron cesantes. Fue en esa época que el Presidente Roosevelt dió luz a una serie de medidas para que las recién creadas entidades de ahorro y préstamo pudieran prestar en forma menos riesgosa a las personas que quisieran comprar vivienda. Además de dar beneficios a estas entidades, también se crearon incentivos para los prestatarios como créditos hasta 20 años, reducción de intereses y préstamos hasta por el 80% del valor de la vivienda. Con estas nuevas condiciones inicia una nueva etapa en la que las entidades prestadoras luchan por los clientes con una estrategia publicitaria enfocada en la casa propia como “la inversión más importante de su vida”. En la medida en que mas personas se hacían propietarias de sus viviendas, el resto no se quería quedar atrás y queda este paradigma grabado en la conciencia popular, inicialmente en los Estados Unidos y posteriormente en el resto del mundo. Por su puesto que nuestro país, Colombia, no es ajeno al paradigma del sueño de la casa propia.
Robert Kiyosaki publicó en 1997 el best seller padre rico, padre pobre. Una de las ideas más controversiales que plantea Kiyosaki en su obra es precisamente la diferencia en el pensamiento de los ricos con relación a la clase media y a los pobres en cuanto a la idea de la casa propia. En términos contables, todo lo que una persona posee es un activo y todo lo que debe es un pasivo. La clase media y los pobres piensan en términos contables y creen que la casa en la que viven es un activo si es propia porque es algo que poseen. Entre mas valor tenga la casa, mas ricos se sienten. Por eso, cuando tienen la oportunidad de “invertir” en su casa, lo hacen sin pensarlo dos veces porque se va a valorizar y van a ser más ricos. Cuando pueden, la venden y se compran una más grande porque de esa forma sienten que van progresando económicamente. Lo mismo sucede con el carro. Entre mas vale, mas ricos se sienten.
Los ricos, según Kiyosaki, piensan diferente y por eso cada día son más ricos. Ellos no tienen en cuenta la definición contable de activo, sino que dentro de su lógica un activo es algo que posees pero que además debe tener la condición de que aumente tus ingresos, o sea que genere renta. Es así de sencillo: si posees algo que mete dinero en tus bolsillos, es un activo; si posees algo que saca el dinero de tus bolsillos, es un pasivo. Por esa razón una misma casa puede ser a la vez activo y pasivo. Si yo soy el dueño de la casa y por ella recibo arriendo, es un activo, pero si decido irme a vivir en ella inmediatamente deja de serlo. Así que los que andan por ahí creyéndose ricachones porque viven en una gran casa propia, andan en un carro de lujo y tienen un apartamento frente al mar para ir de vacaciones (también es su casa propia porque no la arriendan), siento decirles que deben descontar el valor de esas propiedades de la lista de activos que creen poseer para que se hagan una idea de su verdadero patrimonio. Esto es una verdad tan innegable que la SEC (Comisión del Mercado de Valores de los Estados Unidos) no tiene en cuenta el valor de la casa en la que vive un inversionista al momento de calcular sus activos para clasificarlo como inversionista profesional.
Muchas personas que hoy día son ricas y que no nacieron en familias acaudaladas se dedicaron primero a comprar verdaderos activos antes que una casa. Sabían que primero debían poseer activos y dejar ese gusto para después. Pero Kiyosaki no fue el primero en darse cuenta del error de calificar como activo nuestra casa. Ya en 1776 Adam Smith en su obra clásica La riqueza de las naciones lo advertía en un capítulo del Libro II de la obra:
El fondo que se invierte en una casa de habitación para el propio dueño cesa en aquel mismo momento de hacer las funciones de capital, pues que no rinde producto alguno activo al propietario. Una casa de esta especie nada aumenta a las rentas de su habitante, aunque le ahorra el pago de otra, y aunque le es sin duda alguna muy útil, esta utilidad es como la de sus vestidos y alhajas domésticas, que aunque entran en parte de su gasto, no componen la de su renta.”
En el mismo capítulo, Smith explica que el fondo de un individuo se divide en dos partes. La primera parte es la que tiene como único fin generar utilidades y la llamamos “capital”. La otra parte es la que suministra inmediatamente el consumo diario. Para Smith, la casa hace parte de esta última parte, tal como lo dice en el mismo capítulo:
“De todas cuantas partes contiene el fondo que se reserva para el inmediato consumo, ninguna se gasta con mas lentitud que la que se emplea en casas de habitación. Un fondo de vestidos puede durar algunos años; un repuesto de alhajas de casa, medio siglo; pero una casa bien construida, y medianamente cuidada, puede subsistir siglos sin número. De todos modos, aunque sea mas dilatado el período de su total consunción, no por eso dejará de ser realmente un fondo reservado para el consumo, como el de los vestidos y utensilios de una casa.”
Creo que este párrafo es muy claro y no necesita más explicación. Finalmente quiero dejar claro que mi objetivo al expresar estas ideas es el de concienciar al lector para que cuando tome la decisión de comprar su casa propia tenga claro que lo que está es dándose un gran gusto y no haciendo la inversión de su vida. De hecho, yo también sueño con vivir en una gran casa hecha a mi gusto, con piscina y jacuzzi, y si no lo he hecho aun es porque primero hay que aumentar el “capital” antes de darme ese lujo que disfrutaré por muchos años. Como siempre, espero sus comentarios.

lunes, 26 de abril de 2010

Mi primer millón

En el artículo anterior me faltó contarles una anécdota de antología. Hace unos años me reencontré con un amigo que había estado trabajando en el sur del país en un cargo operativo en una empresa petrolera. Estábamos en un bar y sonó la canción Mi primer millón del grupo Bacilos. Enseguida mi amigo me contó que a él le gustaba mucho esa canción porque cuando empezó a sonar en la radio él se estaba ganando su primer sueldo que era casualmente de un millón de pesos mensuales. Al escuchar eso casi me caigo de la silla. No podía creer que mi amigo no se hubiera percatado de que la canción hace referencia al primer millón de dólares, no de tristes y devaluados pesos colombianos que no alcanzan ni para un par de zapatos de los que usan esos artistas. Inmediatamente le dije que escuchara bien la canción y le pregunté: Si solo te has ganado un millón de pesos, ¿como vas a salir a rumbear sin pensar en la cuenta? ¿Cómo vas a comprarte un vestido de Oscar de la Renta? ¿Con qué plata vas a salir a los sitios a donde van Paulina Rubio y Alejandro Sanz? Después de unas cuantas preguntas de ese estilo se dio cuenta de su error.
Pero mi amigo no es el único despistado con esa canción. Después descubrí que muchas otras personas también pesaban lo mismo y ahora creo que una de las tantas razones por las que las personas nunca llegan a construir patrimonios considerables es porque nunca piensan en grande. Todo lo ven lejano e imposible. En países como los Estados Unidos es común que los empresarios cuenten a las nuevas generaciones cómo ganaron su primer millón de dólares porque por lo general este primer millón es el más difícil de conseguir; normalmente los otros millones llegan mucho más rápido que ese anhelado y sufrido primer millón. Creo que allá es tan difícil ganar el primer millón de dólares como aquí lo es ganar los primeros mil millones de pesos. Ese debe ser el equivalente en nuestro país, aunque el cambio del dólar nos cuenta una cifra superior, pero en la conciencia ese es el primer escalón que hay que vencer por ser una cifra cerrada. Es una barrera psicológica.
Es una lástima que la mayoría de los empresarios en Colombia no sean celebridades como lo son en los Estados Unidos o en Europa. Personajes como Bill Gates, Michael Dell, Warren Buffet, Steve Jobs, Donald Trump o Richard Branson son invitados a las ceremonias de graduación de las universidades más prestigiosas de todo el mundo. Son admirados y los estudiantes les piden consejos, les hacen preguntas, los entrevistan. Desafortunadamente en Latinoamérica los empresarios son estigmatizados por poseer riquezas en medio de tanta pobreza. Hace poco vi una serie de artículos que le hicieron a Luis Carlos Sarmiento Angulo en distintos medios de comunicación. En una entrevista en la revista Semana y en otra para el diario El Tiempo él contó su historia, sus inicios como ingeniero civil, sus primeros negocios para ganar experiencia, su primera empresa constructora, su primer banco y cómo es su vida actual. Si uno lee estos artículos en las páginas de Internet de dichas publicaciones puede observar que la mayoría de los comentarios de los lectores son negativos e insultantes para el personaje. En vez de aprender, critican. Lo mismo sucede cuando se escribe algo sobre el mexicano Carlos Slim o sobre Julio Mario Santodomingo. Por eso no creo que estas personas tengan muchas ganas de visitar nuestras universidades para contarles a los estudiantes como ganaron su primer millón de dólares o como han formado sus respectivos imperios financieros.
De los grandes empresarios colombianos (aunque por adopción porque nació en Perú e hizo fortuna en Brasil), el único que veo muy activo escribiendo en distintos medios y que siempre está disponible para contar su historia es Germán Efromovich, a quien admiro inmensamente por su capacidad para resucitar empresas por las que nadie daba un peso (por ejemplo Avianca y Pacific Rubiales) y, por supuesto, ganar una buena tajada del negocio, sin perder la sencillez que lo caracteriza. Pero este es un caso muy particular y aislado. Es una lástima que la mayoría de esas grandes historias que involucran una interesante mezcla de sacrificio, inteligencia, sagacidad y algo de suerte, por ahora solo las podrán disfrutar unos cuantos interesados en el tema que dedican algo de tiempo a la búsqueda de los orígenes de la riqueza y no estarán disponibles para toda la juventud que necesita inspiración para crear empresas que generen empleo, progreso y bienestar para toda la comunidad.

domingo, 4 de abril de 2010

2 horas + 1 calculadora = 0 estupideces

Si la memoria no me falla, fue en el año 1998 cuando asistí a la clase de matemáticas financieras de mi programa de pregrado en la Universidad del Norte. Los estudiantes de aquella materia tuvimos la gran fortuna de tener al Ingeniero Alfredo Borrero Páez como catedrático, hombre con una capacidad única para transmitir los conceptos en una forma tan clara que solo le faltó llevar la plastilina al salón de clases. Además, el Ingeniero Borrero estaba totalmente convencido de la importancia que tendría el tema en nuestras vidas. Y vaya que la ha tenido, pues por lo menos en mi caso, lo que ahí aprendí me permitió ganar mis primeros honorarios y desde entonces la calculadora financiera se volvió mi compañera inseparable dejando a un lado la calculadora de ingeniería.

Desde esa época, casi a diario veo situaciones que me han hecho reflexionar sobre el grado de ignorancia financiera en el que vive, creo yo, 19 de cada 20 personas. Dicha ignorancia tiene un costo incalculable en los bolsillos de esas personas y lo peor es que no saben que tienen un problema, pues por el hecho de ser mayoría sienten que eso es lo normal. La mayoría de las veces me toca observar impotente al pobre individuo que dice y comete barbaridades sin poder yo ayudarle en nada pues es tal el grado de ignorancia que uno no sabe por donde comenzar. Otras veces, cuando no aguanto quedarme callado, hago el intento de explicar algunos conceptos y lo que encuentro son oídos sordos. Solo en algunas pocas ocasiones he logrado ahorrarle algunos dolores de cabeza al pobre cristiano después de muchas horas de paciente explicación. Afortunadamente me gusta enseñarle a otros y no tengo problema con eso.

Algunas de las situaciones que me ha tocado observar o en las que me he involucrado son las siguientes:

1. Mis primeros honorarios. Una tarde cualquiera me encontraba en mi residencia de estudiante universitario en Barranquilla estudiando para un examen de matemáticas financieras y quise hacer un ejercicio que no fuera sacado del libro guía del profesor sino de la vida real. Recordé que un par de años atrás unos familiares habían adquirido una propiedad en el popular balneario de Coveñas en la costa norte colombiana y que la financiación para adquirir el inmueble no se hizo a través de ningún banco sino directamente con los constructores del proyecto. El ejercicio consistía en calcular la cuota fija que estaban pagando, una vez tuviera el valor de compra de la propiedad, el de la cuota inicial y el porcentaje de interés de la financiación. Llamé a uno de los compradores, que era un tío, para que me diera los datos y procedí a realizar el cálculo. A los 10 minutos volví a llamar a mi tío para darle el valor de la cuota. Oh sorpresa… la cuota que estaban pagando era muy superior a la que deberían pagar con el supuesto interés de financiación que le ofrecieron los constructores. Me tomó solo 5 minutos descubrir que con la cuota que estaban pagando actualmente, el crédito debía quedar saldado en solo 35 meses y no en 60 meses como lo plantearon los constructores. Después de un par de reuniones con los promotores del proyecto, aceptaron el “error” y a mis tíos solo les tocó pagar 35 cuotas, ahorrando mas de 40 millones de pesos en las 25 cuotas que no tenían porqué pagar. Afortunadamente mis tíos me escucharon y yo cobré mis primeros honorarios que fueron el equivalente a la cuota 36.

2. El almacén de motos. Hace poco descubrí por accidente que el verdadero negocio de los almacenes de motocicletas está en la financiación de la misma. Un familiar de mi esposa, a quien llamaré Roberto, iba a comprar uno de estos vehículos. El valor de contado del modelo seleccionado era de $4.250.000 incluida la matrícula y el seguro. La asesora del almacén le ofreció muy amablemente a Roberto la posibilidad de financiar la compra pagando una cuota inicial de $1.000.000 y una cómoda cuota mensual de $213.000 durante 24 meses. Solo toma 15 segundos ingresar los datos a la calculadora financiera y obtener como resultado un escandaloso interés de financiación del 3.99% mensual. Por eso le recomendé a Roberto que solicitara un crédito de libre inversión en su banco, pues el interés máximo permitido por el gobierno estaba en ese momento ya por debajo del 2% mensual. Por fortuna me escuchó y pagó su moto con el crédito bancario, dejando a un lado la costosa financiación del concesionario. La cuota en el banco le quedó en $167.000, logrando un ahorro mensual de $46.000 que en ese monto de crédito es bastante considerable.

3. Las dos señoras prestamistas. Conozco a un par de señoras de pueblo cuya fuente principal de ingresos es prestar dinero al interés. Una es profesora de escuela y la otra posee un pequeño almacén de ropa. La profesora acaba de cumplir 50 años de edad, la comerciante está llegando a los 60 años. Calculo que cada una de ellas posee más de 50 propiedades entre casas, apartamentos, lotes y locales comerciales que les deben generar arriendos superiores a los $30 millones mensuales. Cada una de ellas debe tener una cartera total colocada entre sus clientes que supera los $3.000 millones (mas de US$1.5 millones) que les debe generar unos $70 millones mensuales en solo intereses. Ellas son el típico caso del nuevo rico colombiano del que hablé en otro artículo pues unos 20 o 25 años atrás no poseían nada material. En días pasados visité en compañía de mi esposa a una de ellas buscando un crédito (bastante grandecito, por cierto) para un amigo que necesitaba el dinero para un nuevo negocio. La señora me atendió en su pequeño almacén y me manifestó que en ese momento no contaba con el dinero porque acababan de pasar las elecciones y le prestó a muchos políticos, pero que apenas reuniera el monto solicitado ella me avisaría. Después de salir de la reunión, mi esposa me dijo:

- “De donde ha sacado tanto dinero esa señora?”, “no creo que ese almacén de para tanto”, “ahí hay algo raro…”.

Son los típicos comentarios de quien no conoce la magia de las matemáticas financieras y de lo que los sacrificios personales durante un tiempo prolongado pueden lograr.

Cuando llegamos a la casa saqué mi calculadora y le expliqué.

- Mira, esta señora tiene un pequeño almacén en donde vende ropa a crédito con precios altos. Si tú le pagas de contado te hace un gran descuento y de todas maneras ella gana un margen por la venta (20% o 30% tal vez), pero si le pagas a crédito, además de lo que gana por la venta, ella está ganando por la financiación y de esa forma aumenta mucho más su margen de utilidad.

- Si. Pero eso no explica como ha hecho para tener tanto dinero. Ese almacencito no da para tanto. Volvió a responder mi esposa.

- Entonces pongámosle números a la cosa. Si suponemos que tu eres esa señora y comienzas tu almacén hoy con una inversión de $20 millones (US$10.000) y, para no exagerar, entre ventas, financiación y pérdidas logras darle un rendimiento a ese capital del 3% mensual durante 20 años, y reinviertes toda la utilidad inmediatamente, ¿sabés cuanto capital tendrías después de ese tiempo?

- No sé. 20 años es mucho tiempo. ¿Unos mil millones de pesos?

Yo ingresé los datos a mi calculadora y le di el resultado.

- No son mil millones de pesos. En realidad la cifra es un poco mayor. Son $24.097 millones, o sea mas de 12 millones de dólares. Así que creo que ella en sus inicios tuvo que gastar buena parte de sus utilidades para vivir y por eso hoy después de tanto tiempo aun su patrimonio no ha llegado al nivel que debería tener.

Mi esposa me miró incrédula ante la cifra que acababa de escuchar, doce millones de dólares, pero después de unos minutos de explicación, creo que alcanzó a entender algo y a emocionarse un poco con la idea de poner a producir sus pequeños ahorros durante 20 años. Desde mi punto de vista, las señoras prestamistas podrían tener mucho más de lo que actualmente tienen si fueran más cuidadosas y se asesoraran un poco.

Durante varios años, además de las situaciones descritas aquí, he visto infinidades de cosas que me han hecho pensar en ayudar de alguna forma a estas personas que son totalmente ignorantes en lo que se refiere al manejo del dinero (por supuesto las prestamistas no hacen parte de ese grupo). He visto a personas comprar cosas que no necesita porque las pueden pagar en cómodas cuotas mensuales; he visto a personas pagar el mercado que hace cada quince días con una tarjeta de crédito y diferirlo a 6 o 12 meses, creando un hueco cada vez mas grande; he visto muchas personas haciendo cuentas y preguntarse “cuantas veces voy a pagar mi casa?” cuando tienen unos créditos de vivienda con unos intereses envidiables para cualquier hombre de negocios; he visto a personas invertir en empresas milagrosas que no hacen si no estafarlos; he visto personas salir de la empresa donde trabajaron durante 20 años con una liquidación cuyo valor equivale a unas 100 o 150 veces el salario mensual que ganaban y no tienen la mas remota idea de qué hacer con su dinero; la mayoría de las veces este dinero no demora mas de 1 o 2 años en desaparecer; he visto a personas con trabajos muy bien remunerados y después de 10, 15 o 20 años lo único que tienen son deudas impagables.

Todos estos casos son los que me han hecho reflexionar y he llegado a la sencilla fórmula que titula este artículo: 2 horas + 1 calculadora = 0 estupideces. Es así de sencillo. Si cada una de estas personas decidiera dedicar 2 horas de su tiempo a aprender unos sencillos conceptos y comprara una calculadora financiera (la mejor del mercado no llega a los $300.000), no volverían a cometer estupideces con el dinero que tanto les ha costado ganar. Por eso aprovecho estas líneas para informarles a todos mis amigos que quieran salir de esa nebulosa en la que se encuentran que, en la medida en que mi tiempo me lo permita, estoy dispuesto a dedicarles esas 2 horas iniciales de instrucción totalmente gratis para que dejen de hacer cosas con su dinero que pueden tener consecuencias perjudiciales en su vida. Quedo a su disposición.

miércoles, 13 de enero de 2010

Donde está el dinero que hoy reclaman los inversionistas de DMG?


Comenzando el año 2010 no dejan de sorprenderme las manifestaciones de los incautos “inversionistas” de la pirámide DMG a favor de su verdugo, David Murcia Guzmán. Este hábil, ambicioso e inteligente vendedor de ilusiones cuyo origen humilde no le impidió hacer realidad sus mas grandes sueños de riqueza y poder (algo bastante meritorio, por cierto), ha sido capaz de mantener a sus fieles seguidores con la idea de que fue el Gobierno Nacional quien los llevó a la ruina al cerrar sus empresas y no permitirles seguir funcionando. Desafortunadamente para los miles de mal llamados “inversionistas”, o mejor dicho estafados de la pirámide, no es posible reabrir las operaciones de DMG simple y sencillamente porque lo único que se lograría sería agrandar el problema.

Las pirámides como DMG funcionan bajo el llamado método Ponzi, en honor al italiano que lo inventó. Este método consiste en crear un esquema en el que se prometen grandes utilidades para captar dinero en forma masiva. Al haber grandes utilidades de por medio, lo lógico es que si el negocio es tan bueno, son muy pocas las personas que retiran el dinero de él y muchas las que reinvierten el capital y sus “utilidades” aunque estas estén solo en el papel. De esta forma son muchos más los que llevan sus ahorros a la pirámide que los que retiran su inversión. El dinero para pagarle a los pocos afortunados que retiran su inversión no es más que el mismo dinero de los que están invirtiendo en ese momento. De esa manera se puede cumplir a los inversionistas durante un tiempo que, dependiendo del éxito de la pirámide, pude variar entre unos pocos meses a varios años.

La pirámide más famosa a nivel mundial se descubrió en diciembre de 2008 en Nueva York y operaba camuflada como un prestigioso fondo de inversión en Wall Street dirigido por el célebre inversionista Bernard Madoff. Esta pirámide permaneció durante más de 40 años sin ser descubierta pues pagaba una rentabilidad anual moderada, pero lo suficientemente alta para que cada año se multiplicaran sus clientes (entre 14% y 19% anual). Pero a pesar de que el valor de la estafa fue 80 veces mas grande que el de DMG, demoró mas de 40 años operando y la inversión mínima para acceder a este fondo era de 1 millón de dólares, ninguno de los inversionistas de la pirámide de Wall Street, llamada Bernard Madoff Investment Securities LLC, ha negado el hecho de que fueron estafados y, por el contrario, han enfocado sus esfuerzos en perseguir los bienes del señor Madoff para recuperar aunque sea una mínima parte del capital invertido.

Por qué reaccionan en forma tan diferente los inversionistas de la pirámide de Madoff en Wall Street en comparación con los inversionistas Colombianos cuando el método de la estafa fue el mismo? Recordemos que la pirámide de Madoff, al igual que la Colombiana, nunca dejó de cumplirles a sus inversionistas. La respuesta tiene solo dos palabras: Educación financiera. Los inversionistas de Madoff eran personas de alto perfil educativo y socioeconómico que dirigían otros fondos legales alrededor del mundo. Eran banqueros y financistas que conocen el funcionamiento de la economía y la operación de cualquier fondo de inversión, saben lo que es el método Ponzi, saben como fueron estafados, saben que el dinero no existe sino en el papel y saben que ya no lo pueden recuperar. Muy distinto es el caso de los inversionistas Colombianos; amas de casa, ingenieros, médicos, empleados, mensajeros, abogados, tenderos, agricultores, etc., que no conocen lo que es el método Ponzi, no saben como debe funcionar un Fondo de Inversión y continúan con la esperanza de recuperar el dinero basados en el hecho de que DMG ya llevaba varios años cumpliendo hasta que el Gobierno cerró sus puertas.

Para ilustrar un poco más el método de la estafa, les doy el siguiente ejemplo. Yo podría pedirle prestado a un amigo $10 millones para invertir en un negocio que tengo y que es muy lucrativo (supuestamente). Para que mi amigo me preste le digo que le voy a pagar un interés mensual del 4% pues mi negocio es muy bueno y le puedo pagar ese interés. De los $10 millones que me prestó mi amigo me gasto $5.2 millones en restaurantes, casinos y rumba y dejo los otros $4.8 millones para pagarle los intereses del primer año. Como le he quedado bien a mi amigo, al cabo de un año cuando ya no tengo dinero, le pido que me recomiende con otro amigo para que me preste otros $10 millones bajo las mismas condiciones. Ahora debo $20 millones a mis dos amigos y solo tengo $10 millones. Con los nuevos $10 millones cubro los intereses de mis dos amigos y me pueden recomendar para que otro me preste mas dinero bajo las mismas condiciones y poder seguir gastando, al mismo tiempo que les cumplo y así sucesivamente. Por su puesto que los primeros amigos que me prestaron obtendrán utilidades, pero los últimos no contarán con la misma suerte cuando ya no sea capaz de conseguir los suficientes amigos para poder pagar los intereses y se descubra mi fraude.

En resumen, y para responder a la pregunta que titula este artículo, el dinero de los estafados de DMG que hoy reclaman su inversión en su mayoría lo tienen los que sí lograron salir con utilidades de ese fantástico negocio, pues fue con el dinero de los últimos en entrar que se pagaron las exorbitantes utilidades de los primeros que entraron y que sí lograron salir ganadores del esquema. El dinero no lo tiene David Murcia ni el Gobierno. El dinero se perdió y punto!