sábado, 30 de agosto de 2008

EL ESTIGMA DEL NUEVO RICO COLOMBIANO


En nuestro país es muy común la incredulidad de la comunidad, principalmente en los pueblos pequeños, cuando una persona de origen humilde o de clase media llega a conformar un patrimonio importante después de arduos años de trabajo y sacrificios. Me refiero específicamente a personas que apenas están pasando de los 40 años edad y ya poseen un patrimonio superior a 1 millón de dólares cuando apenas hacen 15 o 20 años lo único que poseían era una tienda de barrio (o cualquier pequeño negocio) y muchos sueños por cumplir. Sobre estos aguerridos emprendedores llueven toda clase de rumores: “le está lavando plata a fulano…”, “mandó unos viajecitos y se retiró…”, “es testaferro de zutano…”, “ahí hay algo raro…”, etc.
Es natural que en un país donde las oportunidades escasean para los que no nacieron privilegiados, donde las mafias del narcotráfico han penetrado todos los sectores de la economía y donde tenemos un paupérrimo ingreso per cápita, se estigmatice a las personas que progresan económicamente mucho más que la media de la población. Sin embargo, a pesar de todas estas falencias coyunturales, hay muchos casos de éxito en la creación de riqueza individual y la respuesta la encontramos en las matemáticas financieras; estas personas piensan en términos de rentabilidad anual, mientras que la mayoría está pensando en términos de ahorro mensual. Para ilustrar ambos casos veamos los siguientes ejemplos:
1. El señor A es un profesional relativamente bien remunerado, gana 2.5 millones de pesos mensuales, aun es muy joven y no tiene muchos compromisos. Dado que A ha ido a la universidad y ha tenido buena educación en su hogar, sabe que el ahorro es importante para el futuro y por eso decide sacar una cuenta muy sencilla: si ahorro 500 mil pesos mensuales de mi salario, al cabo de 20 años tendré (500 mil) x (12 meses) x (20 años) = 120 millones de pesos. A piensa que con su salario actual tendrán que pasar 20 años para reunir 120 millones de pesos. Por esta razón cuando A conoce a alguien que tiene propiedades por 1.200 millones de pesos piensa que con su salario actual tendrán que pasar 200 años para tener ese patrimonio o ganar 10 veces su salario actual para poder tener ese patrimonio en los mismos 20 años, suponiendo que ahorraría diez veces lo que ahorra actualmente. Por eso A estará convencido de que nadie puede tener un patrimonio importante a menos que gane un “supersalario”, que gane la lotería, o que se dedique a actividades ilícitas.

2. Por otro lado tenemos al señor B quien es una persona cuyos padres no tuvieron los recursos suficientes para enviarlo a la Universidad, por lo tanto B se dedica al “rebusque” desde cuando terminó su bachillerado a los 17 años de edad. Cuatro o cinco años después el señor B logra reunir los 10 millones de pesos que necesita para iniciar con su propio negocio. Dado que B está acostumbrado a ganar muy poco y a vivir modestamente, la mayor parte de las utilidades de su negocio las reinvierte para crecer y ganar mas dinero y su nivel de vida no le genera mas gastos que los necesarios para subsistir. Es así como se forma una bola de nieve incontenible. El negocio de B le está rentando en promedio un 30% anual después de gastos y al reinvertir las utilidades presenta un crecimiento exponencial de las utilidades y el patrimonio crece de la siguiente forma: capital inicial 10 millones; primer año 10 millones + (10x30%) = 13 millones; segundo año 13 millones + (13x30%) = 16.9 millones, y así sucesivamente. Al pasar 20 años con una rentabilidad promedio anual del 30%, y un capital inicial de 10 millones de pesos, el señor B tendrá un patrimonio de 1.900 millones de pesos, o el equivalente a 1 millón de dólares al cambio de hoy. Por favor tomen una calculadora y hagan el ejercicio.
Estos dos sencillos pero ilustrativos ejemplos muestran la clara diferencia que hay entre un empleado o profesional independiente y un dueño de negocio o pequeño inversionista. El primero siempre está sumando lo que puede ahorrar mensualmente, mientras que el segundo siempre está calculando la rentabilidad anual de su dinero. Por supuesto que para simplificar ambos ejemplos no se tuvieron en cuenta la inflación, los aumentos de salario de A ni muchas otras variables que afectan el resultado final en ambos casos. Además, es muy fácil dar una rentabilidad del 30% anual a un capital pequeño pero no es tan fácil hacer lo mismo cuando ya el capital tiene uno o dos ceros mas a la derecha. Lo importante es ilustrar las diferencias de pensamiento de cada uno de los personajes aquí analizados y lastimosamente la mayoría de nuestros compatriotas se encuentran en el caso del señor A. De ahí el estigma de los acaudalados que arrancaron prácticamente de la nada. Creo que estos nuevos ricos tienen mucho que enseñarnos. Ganaríamos mas aprendiendo de ellos que dándole eco a rumores sin fundamento.

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